Estoy perdida
y esta vez ni las migas de Gretel
ni el hilo de Ariadna
van a ser suficientes para volver a casa.
Entre tanto gigante
no sé si son sus chimeneas
o es que alguien me está mandando señales de humo.
El sol sigue saliendo a la misma hora
y la luna hace años que me consuela
en las madrugadas más largas.
Todavía no he aprendido a despedirme
y siempre me van a faltar palabras para escribir
lo mucho que te quiero,
sin embargo, me sobrarán para hacerte llorar.
Porque todavía no se escribir sobre las cosas buenas que me
pasan en la vida,
y porque las malas
duelen más.
Y sigo perdida,
y el verano se acaba,
y no me quiero ir
pero no me quiero quedar.
Y mientras me atraganto con las migajas
el hilo no deja de enredarse sobre mi cuello
y los gigantes juegan a aplastar hormiguillas
sin contar
que
el humo venía de sus casas
ahora
reducidas en cenizas.
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