¿No os pasa que os ponéis a mirar fotos con personas a las que queréis un montón y os dais cuenta de que la última foto que tenéis juntos es de (mínimo) hace seis meses (o más)?
A mi no para de ocurrirme. Y no se si sentirme contenta o triste.
Contenta; porque disfruté de los momentos con esas personas, porque supe disfrutarlo. Triste; porque ESE momento no va volver y no hay ninguna foto en la cual haya quedado inmortalizado. Que sí, que estará siempre en mis recuerdos y blah blah blah, pero los recuerdos se van deteriorando y se van amoldando hasta que, sin darnos cuenta, los transformamos, no completamente, pero casi. Pues igual que una persona no se puede bañar dos veces en el mismo río, no podemos vivir dos veces el mismo momento. Con el mismo ambiente. Con los mismo sentimientos. Y los mismos estados de ánimo. A nosotros nos puede ser parecido, per nunca, NUNCA, será exactamente igual. De igual manera que la Elena de hace dos minutos no es la misma Elena a la de ahora, algo, por mínimo que sea ha cambiado.
No sé exactamente a donde quería llegar con esto de las fotos y los recuerdos, lo que sí se es que hay que disfrutar de las personas, con o sin fotos de por medio.
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