y ya sabes que yo detesto Roma.
Que si las ruinas nos hubieran aplastado
quién escribiría de nadie
sabiendo que, nadie,
eras tú.
Que si todos los caminos llegan a casa,
¿Cómo es que nos perdimos?
Siempre detestabas que nos perdiésemos
pero bien sabías cuanto amaba yo
las reconciliaciones.
Qué mejor premio que tu piel.
Pero nos perdimos.
Y ningún camino llegaba nunca a casa.
Y no volví a escribir sobre nadie.
Y Roma fue reconstruida en tres días.
Y yo, que te amaba oscura,
y te odiaba clara,
no volví a sonar ningún poema más de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario